Juan Carlos Chumacero

Representante de RedBol en Tarija

Tarija es una ciudad pequeña y el tabú de hablar sobre un diagnóstico seropositivo aún es muy grande. Yo soy una persona pública, no tengo miedo de decir que vivo con VIH, pero hay otros compañeros que no pueden hacer lo mismo y se ven obligados a pasar por algunas dificultades, especialmente para acceder a sus tratamientos.

Lamentablemente, en Tarija todavía hay un estigma sobre las personas que viven con VIH y, en medio de los controles por la pandemia, es muy complicado estar justificando nuestra condición ante cualquier tipo de consulta de las autoridades. Para ir a recoger nuestros medicamentos debemos pasar varios retenes y controles, es incómodo tener que inventar excusas o tener que romper la confidencialidad para evitar problemas.

Tarija es una ciudad pequeña y es difícil mantener el diagnóstico en reserva. Más aún con la cuarentena y con el riesgo que eso representa. Hay muchos compañeros que viven con el VIH, pero trabajan en primera línea, en farmacias, la municipalidad u otros sectores que no han parado sus actividades. Ninguno de ellos pudo acogerse al decreto que ordena que las personas con enfermedades crónicas o de base pueden cumplir con sus funciones mediante teletrabajo para no revelar su diagnóstico. Por suerte, en mi caso, en mi trabajo se comunicaron conmigo para decirme que no debo ir a trabajar, porque así lo establece la norma.