Los miembros de la Asociación Civil Un Nuevo Camino y la Red de Hombres Gay y Bisexuales Positivos en Santa Cruz unieron esfuerzos para hacer que los fármacos que requieren decenas de personas con el VIH lleguen a sus casas y no descuiden así su tratamiento.
Por Michelle Nogales • Septiembre 22, 2020
Ante las fallas del Estado para brindarles atención médica y garantizar el acceso a sus tratamientos, las personas que viven con el VIH en Bolivia se organizaron en la pandemia junto a una red de apoyo. A lo largo del país se dieron iniciativas en las que sus amigos, familiares, activistas y líderes regionales enfrentaron el miedo al nuevo coronavirus para realizar actos solidarios con quienes más los necesitaran.
Luis Alberto* es una de esas personas. Él es parte de la Asociación Civil Un Nuevo Camino (Asuncami), una plataforma de base comunitaria que desde hace 14 años reúne a quienes viven con el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), a sus familiares, parejas, amigos y voluntarios profesionales. Es promotor, educador par (PEP), como se denomina a quienes orientan a los que recién conocen su diagnóstico serológico y garantizan que cumplan con sus tratamientos. Ni las restricciones de desplazamiento en la pandemia hicieron que detuviera su labor.
Además de su labor en Asuncami, Luis Alberto también forma parte de la Red de Hombres Gay y Bisexuales Positivos en Santa Cruz. Entre ambas organizaciones, se buscó alternativas para distribuir medicamentos a quienes viven en las zonas más alejadas o en el área rural. En total, han logrado ayudar a 80 personas hasta el momento.
Nos enteramos que había varios jovenes que no podían recoger sus medicamentos y nos pusimos en contacto con Wilmar Montaño, de la Red de Hombres Gay y Bisexuales Positivos de Bolivia, para ofrecer nuestra ayuda. Una de las iniciativas que surgió fue el uso de una unidad móvil de atención para distribuir los fármacos que requerían. Yo recogía los medicamentos del programa VIH/SIDA o de los centros de salud cercanos a nombre de las personas de las que me pasaban sus datos o su número de historial clínico. Así fue como se inició la entrega solidaria de medicamentos.
En Asuncami, nos habían prohibido ir a los centros de salud y a los centros especializados para pacientes seropositivos (CDVIR) para evitar que nos contagiemos con el COVID-19, pero me puse a pensar en las personas que recién estaban iniciando tratamiento y no podían salir de sus casas. Entonces, iba por ellos a retirar sus medicamentos, pero siempre con todas las medidas de bioseguridad: el alcohol en gel, el atomizador, el barbijo y gafas para proteger los ojos.
Sí, tuve problemas. Tres veces en el mismo día, saliendo de mi casa, no me querían dejar pasar. Había mucho control militar y no era mi día de salida. A mí me tocaba salir los viernes, pero por ayudar a otras personas indiqué que vivo con el VIH y estaba yendo a recoger mis medicamentos. Insistieron en que no podía salir ese día, pero les expliqué que sin mis medicamentos yo no puedo vivir y que, si me pasaba algo, ellos iban a tener la culpa. Así fue que me dejaron pasar.
No nos han ayudado para nada. A los dos meses de iniciada la cuarentena, solicitamos, a través de dos cartas a la Gobernación y la Alcaldía de Santa Cruz, que nos den canastas familiares a quienes vivimos con el VIH. Hay muchas personas que son de escasos recursos y no han podido recibir ningún bono u otros paquetes de ayuda, pero en todo este tiempo no nos han respondido.
En la asociación civil Asuncami hago seguimiento a diez personas durante seis meses. Mi trabajo es controlar que sean adherentes a sus medicamentos, que se alimenten bien y les doy información sobre los cuidados que deben tener. Una de esas personas se contagió de coronavirus. Ella, para que no me preocupe, no me avisó, pero admitió que le faltaba la respiración, que se fatigaba y tuvo diarrea. Ahora, gracias a Dios, la señora está bien y continúa con su tratamiento. Un compañero, su esposo y su hijo que vive con VIH también se contagiaron con el COVID-19. Han seguido el tratamiento adecuado y, por suerte, están bien.
La verdad, sí. No tenemos ayuda de nadie. Si no solicitamos medicamentos al Ministerio de Salud, no nos dan. En toda Bolivia necesitamos no solo los antirretrovirales, sino también medicinas para las enfermedades oportunistas. Los únicos medicamentos gratuitos para estas enfermedades son para la tuberculosis, pero para las otras no tenemos ni recibimos nada. Nosotros, al igual que toda la sociedad civil, pagamos nuestros impuestos, aportamos y ni así nos quieren ayudar.
Ahora estamos en problemas con el programa VIH/SIDA porque instruyó disponer de los equipos GeneXpert para atender la COVID-19 cuando esos equipos están destinados para la población que vive con VIH. Lastimosamente, las pruebas de carga viral y el recuento de CD4 (linfocitos que ayudan al sistema inmunitario a combatir infecciones) no se están haciendo normalmente porque hay un solo equipo ahora. Se tardarán dos meses en entregar los resultados de esas pruebas para todas las personas que viven con el VIH. Todos necesitamos saber si los medicamentos están siendo efectivos o no para cambiar de esquema.
(*) Se mantiene en reserva la identidad del entrevistado a su solicitud